sábado, 2 de febrero de 2008

Ciencia Ficción latina:"Tesis"-José Adolph-Perú-

Comienzo aquí a subir una serie de relatos escritos por autores latinoamericanos.Serán obras escritas en distintas épocas y distintas calidades,solo para tener una idea de lo que fué,es y/o será el movimiento de la literatura fantástica ,con temáticas universales,pero vistos con ojos locales.

Arbitrariamente,como suele suceder en lo que subo arranco con:

Tesis-José Adolph

El profesor Locust tomó asiento frente a Andros y le palmeó cariñosamente el hombro izquierdo.

"Muy bien", dijo. "Infórmeme ahora con exactitud y precisión de su hallazgo".

Andros tomó su libreta de apuntes y echó una mirada a lo anotado.

"En cincuentidós mil ochocientas dos horas universales ingresará el cometa en la esfera de influencia de este sistema. Según la medida cronológica del planeta en cuestión eso significaba 258 días".

Escuchábamos tensos las palabras de Andros. El era el último en terminar su trabajo de investigación. Luego del informe de Andros regresaríamos a entregar nuestras tesis a la Universidad. El doctorado estaba a la vista. Había sido una buena expedición. Mentalmente pasamos revista a cada uno de nuestros trabajos, que a menudo habían sido acompañados de escenas verdaderamente emocionantes. En el fondo Locust estaba satisfecho de nosotros, así como de los resultados de nuestras intervenciones. Andros, su favorito, además de ser el último, por lo visto iba a ser también el único que sería autorizado a tomar medidas personales de intervención. Para algo era el tipo de alumno que lleva frutas al pupitre del profesor.

El planeta en referencia", prosiguió Andros, "pertenece a la clase V. Esto significa, según la escala de Vandor, que existe una inteligencia desarrollable. Se ejerce la agricultura y el transporte, así como algunos trabajos artesanales".

Era insufrible cuando relataba, pero Locust estaba encantado.

"Cultura y religión", preguntó.

"En general primitivas, prenivel 3. Aunque existe un grupo que empieza a desarrollar características monoteístas. Existe media docena de pequeñas ciudades, la más grande de las cuales registra unos cinco mil habitantes".

"¿Qué consecuencias tendrá el paso del cometa?"

"Debido a las enormes existencias de agua, puede esperarse un desastre, particularmente en el sector, muy bajo y plano, en el que se ha establecido la cultura monoteísta. Grandes inundaciones son de esperar, así como tremendas precipitaciones debido al recalentamiento del aire y del agua".

"¿Qué medidas propondría usted?"

"A mi modo de ver, una evacuación no corresponde al caso, ya que no pueden predeterminarse con certeza los lugares absolutamente seguros. Las regiones altas también serán afectadas por las precipitaciones. Una evacuación, para el prenivel 3, sería demasiado arriesgada, y, además, encontraría resistencia".

"¿Entonces?"

"Por tal motivo, yo propondría la solución que menciona el profesor Klander en sus "Indicaciones Generales", capítulo 'Catástrofes Hidrológicas'.

"Precise usted".

"La solución b)"

Locust sonrió. Conocíamos esa sonrisa. Significaba aprobación.

"Bien", dijo. "Enviaremos los resultados de su trabajo y sus propuestas a la universidad. Déme también sus apuntes. Espero que contendrán los detalles específicos".

"Naturalmente, profesor".

"Y ustedes, damas y caballeros", dijo Locust, con un amplio gesto que nos incluía a todos, "pueden ahora dedicarse a su party".

Una palabra clave. Mesas y sillas plegadas, los ojos de buey de la nave cerrados y encendida la iluminación de las grandes ocasiones. La fiesta fue sumamente alegre –había sido un agotador período de trabajo– y la noche pasó con gran rapidez.

A la madrugada retornaron los papeles de Andros, a través del facsimilador. Estaban aprobados y ostentaban el sello del rector. Brindamos y seguimos bailando hasta el amanecer.

Al día siguiente comenzara los preparativos para el plan de Andros. Como es de rigor, esperamos un momento propicio, cuando el territorio en cuestión estuviera cubierto de nubosidad baja. Teníamos la ventaja de poder atravesar las nubes con nuestros instrumentos.

Debajo nuestro se extendían los amplios y pacíficos campos utilizados por la cultura monoteísta para apacentar su ganado. Algunos campesinos trabajaban bajo una fina llovizna. Era un cuadro como lo habíamos visto ya decenas de veces, y, a pesar de ello, siempre nos inducía una sensación de extraño respeto el ser testigo del nacimiento de una civilización. No sé qué pensarían los demás, pero para mí este mundo, como los anteriores, era algo sagrado y hermoso. En un viaje de estudios como éste, uno descubría que no hay principio ni fin en la misteriosa cadena de la vida. Las culturas nacían, se desarrollaban y fundían unas con otras para luego intentar el gran salto universo. Muchas morían antes de lograrlo. Esto suele suceder, como consta en los textos que estudiamos al comenzar el curso, cuando el desarrollo social se retrasa frente al técnico, cuando la cultura es ahogada por la civilización. Hubo casos como el de... pero dejemos eso. El mundo bajo nosotros aún no conocía esos problemas. Ya llegaría el día en que se abriría ante él la encrucijada clásica. Nadie podría entonces ayudarle: al igual que una oruga que pugna por convertirse en mariposa, estaría obligado a resolver sus problemas solo o a hundirse.

El plan de Andros estaba totalmente adaptado a este inundo. Nos dirigiríamos al cacique de esta tribu y le daríamos nuestras instrucciones. El resto era asunto de ellos.

Nos era favorable el hecho de que últimamente habían aumentado las incursiones de piratería contra las gentes de la cultura superior. Eso nos serviría de clave.

Descubrimos al viejo cuando se dirigía a su choza.

Conectamos el altoparlante y Andros comenzó a hablar con su voz fuerte y juvenil, sin dejar de ser solemne. Sus primeras palabras resonaron sobre los campos:

"Él fin de toda carne ha venido delante de mí, porque la tierra está llena de violencia... Hazte un arca de madera de Gofer..."

Nunca olvidaré la cara asustada pero reverente del viejo cacique. Cayó de rodillas, entre su intranquilo ganado, y escuchó, con la arrugada faz vuelta hacia el cielo:

"...Y de esta manera la harás: de trescientos codos de longitud, de cincuenta codos de anchura, y de treinta codos de altura."

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