domingo, 25 de mayo de 2008

El Cuervo-Edgar Allan Poe

Una versión de "El Cuervo"


El Cuervo


Cierta noche aciaga, cuando, con la mente


cansada,


meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral


y asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido,


como si alguien muy suavemente llamara a mi


portal.


"Es un visitante -me dije-, que está llamando al


portal;


sólo eso y nada más."


¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado


diciembre!


Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.


Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado


calma


en mis libros, ni consuelo a la perdida abismal


de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar


y aquí nadie nombrará.


Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas


me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto


era tal


que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:


"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;


un tardío visitante esperando en mi portal.


Sólo eso y nada más".


Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:


"Caballero -dije-, o señora, me tendréis que


disculpar


pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguido


y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal


que dudé de haberlo oído...", y abrí de golpe el


portal:


sólo sombras, nada más.


La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,


y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;


pero en este silencio atroz, superior a toda voz,


sólo se oyó la palabra "Leonor", que yo me atreví a


susurrar...


sí, susurré la palabra "Leonor" y un eco la volvió a


nombrar.


Sólo eso y nada más.


Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis


aposentos


pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.


"Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi


ventana;


veré pues de qué se trata, que misterio habrá detrás.


Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.


¡Es el viento y nada más!".


Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,


agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y


ancestral.


Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un


momento,


con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,


en un pálido busto de Palas que hay encima del


umbral;


fue, posóse y nada más.


Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,


en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.


"Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser


osado, viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;


¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?"


Dijo el cuervo: "Nunca más".


Que una ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa


sorprendióme aunque el sentido fuera tan poco


cabal,


pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido


ocasión de ver posado tal pájaro en su portal.


Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portal


que se llamara "Nunca más".


Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde


el busto,


como si en ello le fuera el alma, ni una sílaba más.


No movió una sola pluma ni dijo palabra alguna


hasta que al fin musité: "Vi a otros amigos volar;


por la mañana él también, cual mis anhelos, volará".


Dijo entonces :"Nunca más".


Esta certera respuesta dejó mi alma traspuesta;


"Sin duda - dije-, repite lo que ha podido acopiar


del repertorio olvidado de algún amo desgraciado


que en su caída redujo sus canciones a un refrán:


"Nunca, nunca más".


Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfía


planté una silla mullida frente al avi y el portal;


y hundido en el terciopelo me afané con recelo


en descubrir que quería la funesta ave ancestral


al repetir: "Nunca más".


Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabra


al ave que ahora quemaba mi pecho con su mirar;


eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyada


sobre el cojín purpúreo que el candil hacía brillar.


¡ Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar,


y ya no usará nunca más!.


Luego el aire se hizo denso, como si ardiera un


incienso


mecido por serafines de leve andar musical.


"¡Miserable! -me dije-. ¡Tu Dios estos ángeles dirige


hacia ti con el filtro que a Leonor te hará olvidar!


¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás!".


Dijo el cuervo: "Nunca más".


"¡Profeta! -grité-, ser malvado, profeta eres, diablo


alado!


¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad


trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,


a esta morada espectral? ¡Mas te imploro, dime ya,


dime, te imploro, si existe algún bálsamo en


Galaad!"


Dijo el cuervo: "Nunca más".


"¡Profeta! -grité-, ser malvado, profeta eres, diablo


alado!


Por el Dios que veneramos, por el manto celestial,


dile a este desventurado si en el Edén lejano


a Leonor , ahora entre ángeles, un día podré abrazar".


Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".


"¡Diablo alado, no hables más!", dije, dando un


paso atrás;


¡Que la tromba te devuelva a la negrura abisal!


¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultraje


quiero en mi portal! ¡Deja en paz mi soledad!


¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!"


Dijo el cuervo: "Nunca más".


Y el impávido cuervo osado aun sigue, sigue posado,


en el pálido busto de Palas que hay encima del


portal;


y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,


cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;


y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,


no se alzará...¡nunca más!.


Edgard Allan Poe ---------------------------------------Versió Original

No hay comentarios: